Cansados, la verdad es que estábamos cansados el domingo por la tarde horas antes de partir hacía el sur de Francia pero teníamos que ir… Lunes de camino hasta Narbonne, pequeñita ciudad con encanto la verdad (totalmente recomendable la visita al Horreum romano, genial) un poco de callejeo y a dormir…
El martes tocaba ir camino de Montpellier, eso sí con la calma, paradas en pueblos como Pézenas (romano), Adge (griego), una comida a base de creps sensacional y Séte, pueblo de costa precioso pero al que tenemos que volver porque estaba todo colapsado por gente y coches, serían las fiestas o algo parecido. Ya por la tarde llegada a Montpellier, búsqueda del hotel sin un mapa, toda una odisea pero que al final conseguimos, sin comentarios…
Miércoles tocaba más kilómetros, nos fuimos a Avignon, ciudad papal por excelencia, albergó la residencia de siete Papas, visita genial al palacio (foto de arriba) y al puente de Avignon o de St-Bénézet, merece la pena la verdad. Por la tarde visita a unas cuevas espectaculares y grandiosas para volver a Montpellier.
El jueves tocaba visitar la ciudad, estuvimos todo el día callejeando y la verdad es que lo vimos todo o prácticamente todo, una ciudad bonita (abajo en la Plaza de la Comedie) que tiene su parte moderna y su parte más antigua con Arco de Triunfo incluido. Al día siguiente ya tocaba volver a Barcelona para pasar el último fin de semana descansando un poco de tanto turismo…