Dos ciudades monumentales dignas de ser visitadas por sus monumentos y toda la historia que guardan entre sus murallas, fueron nuestros destinos para disfrutar de un regalo de unos buenos amigos en estos últimos días de vacaciones.
Ávila destaca por su imponente y bella muralla que rodea todo el casco histórico de la ciudad, además tampoco es una ciudad muy grande y dentro de esta muralla se pueden visitar innumerables pequeñas y, no tan pequeñas, iglesias o palacetes de gran interés histórico y monumental. La catedral también merece ser destacada por su gran belleza interior y su integración en la muralla de la ciudad, la verdad es que nos gustó bastante, además es muy tranquila para poder pasear y tomar alguna caña & tapa con tranquilidad, evidentemente el chuletón de Ávila es algo digno de ser probado ;).
Segovia es otra ciudad monumental en la que no sólo destaca su acueducto, una obra de ingeniería de los romanos que se conserva perfectamente y que es espectacular desde cualquiera cual sea la perspectiva desde la que se admire, de todas maneras, aunque sea lo más destacable de Segovia no es su único atractivo. Su catedral es preciosa, sus calles del casco antiguo son prefectas para pasar y entrar en algunos de sus hornos de asar para probar el típico cochinillo, además en el Alcázar de Segovia es obligatoria su visita guiada para saber un poco más sobre la historia de España y los Reyes Católicos.
Fueron sin duda alguna dos grandes días, muy bien aprovechados que además se culminaron también con la visita al Real Monasterio del Escorial, visita obligatoria si se está de viaje por la zona porque sus salas y su historia son impresionantes, un final perfecto para estos días de recorrido por la historia de España.