La importancia de llamarse PIB

Desde el punto de vista estadístico, una de las lecciones que hemos aprendido con la pandemia COVID-19, por la mala praxis informativa que hemos sufrido, es la referida a la importancia de velar por la calidad de las cifras que se comunican al público. Calidad que tiene que ver con múltiples aspectos que abarcan desde la precisión en las definiciones, la adecuada recogida de la información o el uso de las metodologías pertinentes, entre otros muchos aspectos que la estadística oficial europea tiene perfectamente recogidos en su código de buenas prácticas.

Hace escasamente unos días se presentaba el “Termómetro del ecosistema del deporte en España”, informe elaborado  por la Fundación España Activa y PwC España. Entre las aportaciones del estudio que han captado la atención de los medios de comunicación, destaca la referente a la estimación de la contribución de la industria deportiva en España en la generación de actividad económica durante 2018, equivalente al 3,3% del Producto Interior Bruto (PIB). Dicha cifra es superior al 1,44% que es la estimación del peso del sector deportivo en España en 2012, realizada bajo los auspicios de la Comisión Europea (CE), y basada en la versión amplia de la definición de Vilna sobre qué se entiende por sector del deporte, mientras que la cifra del informe está basada en una definición más restringida. De hecho, con una definición restringida, aunque no exactamente coincidente con la del informe, la estimación del estudio de la CE sitúa dicho peso en el 0,84%.

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