El hecho de no vivir en casa materna hace que seas más independiente y de que te las tengas que valer por ti sólo para hacer las tareas de la casa, entre ellas las comidas. A mí me gusta la cocina y no tengo problema en ese sentido todo lo contrario ;).
La suerte de trabajar en casa te permite tener más tiempo para otras actividades, entre ellas cocinar, y dedicarte a experimentar (dentro de unos límites) con los platos, se puede decir que entre las especialidades de la casa se encuentran, sobretodo, todo tipo de tortillas pero también otros platos como la dorada o la lubina a la sal, empanadillas, etc, etc…
La verdad es que mientras estás en la cocina, entre plato y plato, desconectas de todo, es una buena terapia para, olvidarte de los malos momentos del día o, si es fin de semana, disfrutar más cocinando cosas nuevas o simplemente haciéndolo para invitados, la verdad es que, de momento, está resultando una muy buena terapia.